Castillejo. Saelices. Cuenca

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Entre las ciudades celtíberas de 

Contrebia Carbica y la de Segóbriga.


A orillas del río Cigüela que por estas tierras se encajona en la Hoz del Cigüela.









La finca de Castillejo fue adquirida por María Cristina de Borbón-Dos Sicilias nada más enviudar de Fernando VII y casarse en secreto con Fernando Muñoz, duque de Riánsares y naural de Tarancón.

En los siete años que duró su regencia (1833-1840), la monarca accidental pasó ciertas temporadas de retiro y descanso en este lugar, probablemente en compañía de su hija, todavía una niña, Isabel II.

Es una finca de tierra de cultivo y varias edificaciones.

Tras la muerte en el exilio de la conocida como Reina Gobernadora en 1878, se abrió una enconada guerra por la herencia de la finca entre los descendientes de la casa Borbón (en especial sus nietas, las infantas doña Paz y doña Eulalia, hijas Isabel II) y los ocho hijos, simples nobles, que María Cristina había engendrado con el duque de Riansares.

El testamento —y por lo tanto— su herencia originarían una enconada polémica y el litigio durante más de veinte años entre los herederos de la familia real y la morganática. Una Junta de ilustres personalidades del Foro, entre los que figuraban nada más y nada menos que Salmerón, Maura y Gamazo, lograrán hacer efectiva la testamentaría.

Finalmente, los Borbones se quedan con la herencia y dividen la enorme finca en dos: los terrenos al norte del río Gigüela serán propiedad de doña Eulalia con la denominación de Castillejo. Los terrenos al sur del río serán para doña Paz con el nombre de Luján. Doña Paz se estableció con carácter permanente en su nueva posesión y se hizo construir un palacio llamado Villa Paz, que en el franquismo sería famosa por ser la ilustre casa de descanso y lugar de matrimonio del torero Luis Miguel Dominguín y su esposa Lucía Bosé.

Se sabe que las dos infantas visitaban con frecuencia Saelices. Pero mientras Villa Paz fue un enclave importante para las grandes personalidades de Cuenca y también de Madrid, hay muy poca información sobre lo que sucedió en Castillejo con doña Eulalia, que no se implicó en la vida social de Cuenca.

Doña Eulalia durante unos años mantuvo su casa y trató de reconstruir el castillo sin demasiado éxito. No se sabe si por falta de fondos o por falta de tiempo, dada la conocida vida errante de la infanta, quien adoraba viajar por Europa y América. A los pocos años de heredar la finca la cedió a su hijo Luis Fernando de Orleans, cuya administración le producía una renta de 25.000 pesetas.

Ese dinero tampoco fue suficiente para reconstruir el histórico castillo junto a la casona, y finalmente Luis Fernando se desharía de su herencia.

Durante la Guerra Civil, la casona y sus explanadas acogieron un banco de sangre para los combatientes republicanos de las Brigadas Internacionales y albergaron una fantástica biblioteca de la que no queda ni rastro.

 



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